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Diatermia NOTAS

Diatermia capacitiva y resistiva:
efectos fisiológicos de la corriente de
frecuencia media

La diatermia (también conocida como Tecarterapia) es una técnica terapéutica utilizada en fisioterapia que aprovecha las características de una corriente sinusoidal de frecuencia media (de 300 KHz a 800 KHz), destinada a producir un aumento de
temperatura en los tejidos biológicos atravesados por el flujo de cargas eléctrico.
Además del dispositivo, se utilizan dos electrodos:
  • Un electrodo pasivo (también llamado placa de retorno), que se puede fijar al paciente
con bandas elásticas;
  • Un electrodo activo (resistivo o capacitivo), que se hace deslizar sobre el paciente
sobre el área a tratar, sosteniendo una pieza de mano.
Aunque estas dos técnicas de Tecarterapia (capacitiva y resistiva) están integradas en
un mismo dispositivo, son dos modalidades muy diferentes

La Tecarterapia capacitiva actúa en profundidad debido al efecto de condensación.
Gracias a su capacitancia es posible obtener el calentamiento de los tejidos sobre los
que opera y varios otros efectos.

El modo resistivo, en cambio, produce un aumento de temperatura debido al efecto
Joule. El paso de cargas eléctricas entre los dos electrodos metálicos produce un
calentamiento de los tejidos entre ellos, que será mayor en tejidos con mayor
resistencia eléctrica, como ligamentos, tendones, piel, tejido graso y óseo. Todos estos
tipos de tejido se calentarán más durante una aplicación resistiva que una capacitiva,
para la misma intensidad utilizada.

Cabe recordar que en modo resistivo es necesario utilizar alrededor del 30-50% de la
intensidad utilizada en modo capacitivo, para evitar el riesgo de quemaduras en la piel.

Dado que la técnica capacitiva permite trabajar con mayor intensidad, más profundo y
produciendo un mayor aumento de temperatura, esta modalidad es siempre la primera
opción terapéutica.
Pero puede combinar las dos formas: al hacer esto, obtendrá resultados mejores y más
rápidos.
Esta combinación está especialmente recomendada en los casos en los que, tras la
aplicación en modo capacitivo, aparezcan en la piel las típicas manchas o zonas de
enrojecimiento, signo de hiperemia localizada. En la mayoría de los casos, una aplicación en modo resistivo en estas zonas te permitirá optimizar los resultados del
tratamiento.
En definitiva, la modalidad capacitiva es apta para cualquier tipo de tratamiento, por su potencia y capacidad de penetración en los tejidos, mientras que la técnica resistiva
sigue siendo una fiel aliada para completar tratamientos más superficiales, como en el
caso de tendones y ligamentos, pero también de tejido óseo junto a la piel.

En cuanto a la secular y estéril discusión sobre cuál de los dos modos penetra más
profundamente, a continuación proponemos una demostración directa que refuta la
absurda creencia, todavía extendida, según la cual el modo resistivo penetraría más
profundamente que el capacitivo.

Cualquiera con un dispositivo de Tecarterapia puede realizar fácilmente este
experimento:
Colocamos un dedo sobre la placa pasiva y aplicamos el electrodo capacitivo en el
antebrazo. Aumentamos la intensidad hasta un 40% de potencia máxima y observamos
cómo el calor comienza a aumentar y extenderse, desde la falange hacia la mano.
Incluso podemos medirlo, usando una regla y marcando el punto hasta el que se siente
el calor al cabo de un par de minutos. Cambiamos de dedo y repetimos la misma
operación en modo resistivo, siempre al 40% de la potencia máxima y comparamos la
sensación de calor y su difusión en la mano con las percibidas durante la aplicación en modo capacitivo. A partir de este momento ya no tendremos dudas sobre cuál de las dos técnicas penetra más profundamente


El aumento de temperatura tiene como objetivo reactivar y acelerar los procesos
químicos celulares (por tanto, el metabolismo celular), favoreciendo su regeneración y facilitando la capacidad de reacción ante diversas enfermedades.
El uso de diatermia controlada permite obtener un aumento de temperatura en el
tejido tratado, evitando la manifestación de efectos iatrogénicos (efectos secundarios).
La técnica médica de la diatermia permite tratar zonas muy pequeñas del cuerpo, por
ejemplo los tendones de los supinadores en el caso de la epicondilitis (aplicación local), pero también zonas muy grandes, como la espalda o ambas extremidades inferiores.
En el primer caso se utilizarán pequeños electrodos activos (de unos 30-40 mm de
diámetro) y en los segundos, electrodos de mayor diámetro (50-80 mm).
La diatermia también encuentra aplicaciones en el campo estético con menores
poderes.


DIATERMIA LOCAL
En diatermia, la precisión en la aplicación de los electrodos es fundamental para
obtener exactamente el efecto deseado.
Siempre es importante tener en cuenta dos conceptos:
Las cargas eléctricas deben llegar al tejido a tratar (la placa y el electrodo activo deben ubicarse en la directriz de la zona a tratar)
La temperatura debe ser siempre percibida por el paciente como soportable.
Cualquier sensación térmica alta o de ardor indica que la técnica se está utilizando de
forma incorrecta, por una aplicación incorrecta de los electrodos, un exceso de
intensidad de la corriente o por ambas razones.
Los electrodos deben adherirse perfectamente a la piel del paciente.
Para evitar sobrecargas de corriente en determinados puntos, el tratamiento requiere
que sujete firmemente la pieza de mano y la deslice sobre el área a tratar con una
presión uniforme y firme pero sin dolor para el paciente.
Asegúrese de que el electrodo pasivo nunca entre en contacto con protuberancias
óseas, ya que el tejido óseo tiende a sobrecalentarse más fácilmente que los tejidos
adyacentes.
En el caso de que la zona a tratar esté cubierta de un cabello muy grueso, se debe
aplicar una mayor cantidad de gel conductor, ya que los pelos tienen un efecto aislante y dificultan el paso de cargas.

Es muy importante comunicarse continuamente con el paciente durante el
tratamiento, para comprender cómo se siente y si siente dolor u otras sensaciones
desagradables.

APLICACIÓN DE ELECTRODOS
adhiera bien a la piel.
Al final del tratamiento, los electrodos deben desconectarse del paciente solo después
de haber interrumpido el paso de las cargas (interrupción del programa o apagado del
dispositivo).
El aumento de la intensidad de la corriente debe conseguirse de forma paulatina, para
no provocar sensaciones molestas al paciente.


LOCALIZACIÓN DE CALOR
La aplicación de los electrodos determina el efecto térmico sobre los tejidos tratados.
Los dos electrodos deben estar al final del área a tratar. La densidad térmica dependerá del volumen de los tejidos tratados y de la resistencia específica de estos tejidos al paso de las cargas.
Las cargas fluyen dentro del cuerpo, de un electrodo a otro, siguiendo siempre el
camino que ofrece menos resistencia.
La resistencia del cuerpo humano al paso de cargas eléctricas varía de un tejido a otro.
Una mayor distancia entre los dos electrodos siempre corresponde a una mayor
dispersión del efecto térmico.
Si los dos electrodos están muy separados, por ejemplo, el calor se percibirá casi
exclusivamente en el electrodo activo. Si, por el contrario, los dos electrodos están muy juntos, el aumento de temperatura se percibirá en ambos electrodos y en la zona entre ellos
Si  desea   obtener  un   resultado  efectivo   en   tejidos   que   se   encuentran   ubicados   en
profundidad, será necesario elegir electrodos más grandes, manteniendo el electrodo
pasivo y activo lo más cerca posible entre sí. Este principio es más eficaz que la elección entre diatermia capacitiva y resistiva. Es prácticamente imposible obtener resultados mediante diatermia resistiva utilizando electrodos pequeños y muy distantes.
Un buen truco es imaginar líneas que van de un electrodo a otro. Si el haz de líneas
imaginarias que representan cargas eléctricas se estrecha, producirá una mayor
intensidad en el área más estrecha. Como en el caso de la articulación carpiana o tibio
astragalina, en la que el electrodo pasivo se coloca en la palma de la mano o debajo de
la planta del pie, mientras que el electrodo activo en la posición opuesta. Este es un
efecto fácilmente comprobable debido al aumento de calor en esta zona.


DIRECCIÓN DE CARGAS CON ELECTRODOS DE DIFERENTE TAMAÑO CONECTADOS DE OTRA MANERA
Colocar los electrodos en paralelo es el método de aplicación más común.
En este caso, el aumento de temperatura se percibe en las proximidades del electrodo
activo, generalmente el más pequeño.
La densidad de las cargas eléctricas es mayor cerca del electrodo más pequeño y el
paciente percibe un aumento de temperatura exactamente debajo de este electrodo.
Si el electrodo pasivo es considerablemente más grande que el activo, es posible que el paciente no perciba ningún aumento de temperatura. Esto no significa que la
temperatura no haya subido, sino solo que se ha mantenido por debajo del umbral de
la percepción humana.
Es necesario aplicar el electrodo activo lo más cerca posible del tejido a tratar,
colocando el electrodo pasivo más grande en paralelo.


DIRECCIÓN DE CARGAS CON ELECTRODOS DE DIFERENTE TAMAÑO Y COLOCADOS EN
POSICIÓN OBLICUA
No siempre es posible aplicar electrodos en paralelo.
Cuando se colocan en una posición oblicua (transversal), las líneas de flujo se
concentran en los puntos más cercanos entre sí, ya que las cargas siempre siguen el
camino más corto posible entre los electrodos.
La temperatura será mayor donde habrá mayor densidad de cargas, es decir, en la zona donde los electrodos estén más próximos.
En el caso de dolor de espalda o lumbalgia, por lo tanto, es incorrecto aplicar el
electrodo pasivo en un lado de la columna y el activo en el otro lado, a la misma altura.
Las líneas de fuerza actúan cerca de los bordes de los electrodos, por lo obtendrían malos resultados y una aplicación superficial, mientras que el objetivo es
actuar en profundidad para relajar los músculos paravertebrales.
Es una buena práctica evitar aplicaciones para las que podamos esperar resultados
deficientes y / o un riesgo de sobrecalentamiento en las proximidades del electrodo
pasivo.
CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA DURACIÓN E INTENSIDAD DEL
TRATAMIENTO
En condiciones normales, una sesión debería durar al menos 20-30 minutos.
Aplicaciones más cortas, de 5 o 10 minutos, no sirven.
En el caso de que no se obtengan resultados a pesar de aplicaciones de la duración
sugerida y una frecuencia de 2 o 3 sesiones por semana, será necesario reconsiderar la
estrategia terapéutica y aumentar la duración de la aplicación total (capacitiva y
resistiva) hasta 60 minutos por sesión.
En el caso de patologías agudas, la intensidad del calor percibido debe ser moderada.
En el caso de patologías crónicas, sin embargo, es razonable trabajar con un mayor
efecto térmico, siempre sin causar sensaciones molestas al paciente
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